domingo, 23 de agosto de 2009

Retiro


No se sentía bien y me vomitó la verdad sobre la mesa... toda enchastrada con verdades de cortas oraciones y escasas palabras; se ve que le cayó mal ese pensamiento fuerte y decidido con el que se embriagó la noche anterior, en completa soledad.
Supongo que, cuando se levantó de su asiento me quedé con las manos más vacías que nunca, tanto que se me llenaron de frío, de un frío inmenso que se entrometió por el cuello y la espalda entera... eso no era sorpresa, no fui digna de levantar el ceño, lo recibí con los hombros encogidos, la mirada fija hacia las baldosas grises tanto o más frías aún, los brazos cruzados. Nunca más volverían a estar abiertos y listos para abrazar... A pesar de mi barrera, inerte, lo recibí en su despedida inmunda, todavía estaba vomitando verdades a mi oído, y me alejé de esa escena nauseabunda por el bien de ambos.

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