martes, 4 de mayo de 2010

Historias del Trayecto XIV: Del vapor al hielo

La humedad me había despistado; hacía frío y llevaba un tapado rojo de corderoy que apenas abriga. Las botas fueron también una mala elección; me quedaban grandes y el roce con la media resultó más que molesto.
Nada de eso importaba, en cinco minutos y más de quinientas zancadas tenía que llegar a la estación.
Iba por la cuarta cuadra cuando el frío, esta época del año y el brillo del pelo de un cualunque me hicieron acordar a vos. Le recorrí el largo hasta los hombros, el pucho en la boca y la arrogancia, y más me tenté. A tal punto fue la cuestión que elegí no citar mentalmente porqué no seguimos.
Te sonreí a través de ese sujeto y aceleré la marcha, estimando que no iba a poder sentarme a escribir en el tren como tanto me gusta, o al menos a tiempo.
Trastabillé con unas ramas enormes por atender el teléfono. Cruzando la avenida supe que condensé mis imágenes: estacionaban tu pelo, tu irreverencia al contestar un llamado por celular, tu tono firme y todo ese que sos vos, y no estás conmigo.

2 comentarios:

  1. ese recuerdo presente que te lleva a soñar por un instante...te persigue o solo trae a tu ser sensaciones que alegran tu vida??

    muchas veces me pregunto que sera de esa sonrisa que una vez me dejo perplejo al verla..

    que sera de esa piel que transportaba un cuerpo por la vieja chacarita saltando los charcos los días de lluvia..

    que sera..donde..y porque ?
    quien sabe si ese hombre te extraña como vos a el?....

    Juan Francisco.. complice de tu locura..

    ResponderEliminar
  2. Creo que, cuando el extrañamiento se da al momento del encuentro y corta cualquier situación de "extraño esto"... implica una sola cosa. Hay una gran diferencia entre recordar y necesitar.

    ResponderEliminar