martes, 13 de abril de 2010

Mi homenaje en una mini historia

Empezaba a refrescar pero fui igual.
Había una cola inmensa, muchos sabían que podía ser la última vez.
Algunos estaban firmes como todos los años, otros éramos novatos. Pero necesitaba regalarle esa firma a mi viejo, como sello y agradecimiento. Por haberme acercado a este maestro, a su trazo inconfunfible, su Rosario Central, su Diógenes, su arte.
Las ganas de tener su trazo le pudieron a la espera, me fui con un libro bajo el brazo y una sonrisa; le pude decir: "Gracias, negro".

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