domingo, 20 de septiembre de 2009

Palabras jóvenes (y muy)


Y quisiera que esta muerte vencedora acicale mi cortejo; entredientes, la sonrisa de muchos que me quisieran ver partir. Yo, esculpiendo mis huesos, reduciendo mi cuerpo a hilachas, y vos, con qué combustible avivarás, más este fuego gris, que entre cenizas una vez me gritó que me humillabas!... Bastante incierto, pero me resulta fabuloso eso de no darle fin a la nada, o más bien a un todo, del cual me aferro, el cual es mío, tuyo y de nadie, o de nadie menos, pero de algunos más. Pero entre tanto torbellino de palabras que acobardan tus hombros de poco hombre me es alusiva la imagen de algo tan intangible como mi alma... la tuya, que de vez en cuando aparece encapsulada en una lágrima, ese líquido salado a la lengua, amargo al corazón y dulce para la venganza... Sin siquiera bastarme un trío de perdones, (parece mucho pedir, al leer mis renglones, lo sé, pero pido disculpas...qué irónico remitirme a ellas!, que me hicieron más sordos los oidos...) quisiera, mi más imperfecto, humano y carnal tesoro que me destierres de los labios la ira, y que se desperece mi paz dormida, y que la guerra no opaque la luz, y que se coagule la herida.

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