lunes, 28 de septiembre de 2009

Basura tartán


¡Decime que no dejaste el anotador en el laburo! me dije desesperada en busca de lo que desahogaría un par de ideas que me chorreaban por el puño... Lo encontré, estaba muy tímido y espiralado en el fondo del bolso.
Casi 10 pm, hora menos que pico en el 161 del ramal Florida, lugar por el que circulábamos. El motivo de mi tipeo se aparece diez minutos antes, al pestañear dejando mi mentón pegado a la bufanda blanca que me momificaba el cuello. No se por qué supuse que algún pelotudo iba a subirse a la altura del Club con nombre de banco. Prejuicio, quizás, que se convirtió en acierto. Después de haber conocido a tantos hombres con ese hermoso nombre, me topé con el peor. Hablo del "poco hombre A".
Con las pocas canas que le quedan en la nuca, y su equipito mugriento de tennis color ladrillo (a tono con el polvo de , si, polvo, como los que nos habrá dedicado con las fotos que recolectaba de las alumnas), se subió lleno de bártulos deportivos y me reconoció enseguida... me lo imaginé deletreando mi apellido de demasiadas vocales "I" hasta poder degustarlo con la misma lengua que dejaba entreverse boquiavierto cuando miraba polleras tartán en supina y me repugnó aún más.
No se animó a sentarse más cerca, pero eligió un asiento incómodamente próximo, esos que sirven para mirar de "refilón". Se calzó sus antimiopes y toqueteó su 3161, moviéndose como de costumbre con poca destreza.
Eso sí, habilidad tuvo para contestarme "Lo que hacen las chicas para seguir mostrando las piernas" una mañana sin grados en la que me cagué de frío sólo por cumplir la puta regla que vomitó el día anterior (Usé la falda reglamentaria, y sin medias azules de lana). También se mostró ducho para andar a los abrazos con cuanta abanderada / carilinda / intento de porrista criolla se le topara por el camino camino a las aulas. Y, por último, es más que meritorio mencionar, que no le faltó capacidad y tino para escupir a uno de mis compañeros en una discusión de secundario.
Cómo te hiciste odiar poco hombre A, tanto, que a siete años de ver colegialas en tu pc como fondo de escritorio, vuelvo a verte inepto, aplastado por algo parecido a una rutina, bajándote en Yrigoyen y Agüero, esperando a que pase el colectivo para poder cruzar, mientras hurgás tu nariz con el índice.

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