Me desperté con un "Ahí voy" que se despegaba de mi cabeza como una pegatina vieja de esas promociones de verano que te pegan en la luneta y no corren más. Era el último rezago de mi sueño, ese que acababa de tener y atormentarme. Estabas de acuerdo, venías, íbamos, estábamos. No había obstáculos.
La voluntad hizo quórum y me levanté. Abrí la puerta descalza, la madera fría, el olfato y la salsa del domingo a las doce. El baño gris, el espejo sucio, el mármol con pasta, la vejiga llena.
De vuelta a los amores y a la cama, el internet y la melancolía y notar que, en álbumes ajenos aparecías. El Almendares y el parque, el golfito y los sauces.
Hagamos un trato, tu sólo quédate. Ahí voy yo.
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