lunes, 29 de agosto de 2011

Yo tenía el Cassette TOMO UNO: Kaoma "Llorando se fue"

Comprate una vida TOMO VI: Promocionar fitness BAILANDO CON ESA FALTA DE TODO.

Charlas con la abuela VI: Indulto.

-¡No existen los viejitos inocentes! -y me incluyo-.
-No seas turra, abu...
-¡Los viejitos somos todos unos hijos de puta! 
¿Indulto? ¡¡indulto las pelotas!!
-(Risas de Violeta, carcajadas)
-¡Toda una vida de oportunidades para mandarse cien mil cagadas! ¿Qué me vienen ahora con la comprensión?

domingo, 14 de agosto de 2011

Todo tiene un origen: El gordi lo sacó de aca. Se los morfó la web.

Cristina está que trina

Está peor que el Katrina. Veo, sin verla, que le sale humo por todos los agujeros… Sí, sí, incluso por aquél. Es más, ése debe ser la gran chimenea. Cristina está dopada. Tranquilizada pero nerviosísima. Así se la ve en todas las fotos. Y en todas las transmisiones televisivas.

Cristina está histérica, inquieta. Porque Cristina ahora sí sabe que es una marioneta. Seguramente antes, hace muchos años, cuando era montonera y ama de casa, cuando iba a algún cumpleaños con Néstor, sus amigos le decían: “Acá los pantalones los tenés vos”. Quién iba a aportan un centavo por aquel flaco chicato con la punta de los mocasines que dan pena.

Ese flaco desgarbado, ese flaco garabato, ese flaco simpático e indefenso era incapaz de matar una mosca. Cristina hacía todo. Lavaba, planchaba, picaba, rallaba, cortaba, ordenaba, doblaba… ¡Ay, qué lástima, Cristina, que te hayas convertido en pinocha! Vos, que tanto odiabas a Pinocho. ¡Ay, Cristina! Qué lástima ser la chirolita del chicato.

Pero no sólo Cristina está que trina. El sábado a Alberto le temblaba la voz. Se lo notaba aterrado, comiéndose un garrón. ¡Ay, Alberto! ¡Pobre Alberto! En qué lío te metiste. ¿Viste que no siempre sale bien la de chupar culos ajenos? Ya ni el alquiler vas a poder pagar y la mano te van a soltar… ¿Qué se siente Alberto, Alberto, ser el gran psiquiatra de este matrimonio demencial presidencial?
Don Aníbal ya ni pinta, escondido en su cueva, no recibe ni las buenas nuevas. Menos mal que sacás poco la cabeza porque las críticas sí que pesan. El bigote de marmota para mí que es de chasco. Y cuando todos se hundan o se tengan que ir como Fernando por la terraza, con otra personalidad podrás cruzar el charco.

o sólo Cristina está que trina. No sólo Alberto está mamerto. No sólo Aníbal está caníbal. Los nombres siguen. De Vido pide pido porque ya los negocios borrosos son horrorosos. Antes de ayer, noté lo más finito del piolín. Esto ya no da para más. Es una lástima y una vergüenza. Venía con mi auto por la avenida Santa Fe y un gordo burgués con pinta de señora de Barrio Norte y con suéter escocés trató de impedir mi paso cuando cruzaba Callao.

La morsa se me plantó frente al capó y al yo acelerar y avanzar, él con la cabeza me decía “no, no, no”. Varios nenitos, bien criados en cuna de oro con culito enmantecado y pitito enharinado, golpeaban cucharas de madera contra paquetas fondueras. Y con la mano, desafiantes, también me decían “no, no, no”. Grupo de mariquetas cobardes e indefensas si tanto coraje tienen, ¿por qué no van armados con antorchas y trinchetas a romperles la Casa Rosada?

El gordo seguía inmóvil. Parecía un personaje triste y decadente de Titanes en el Ring y yo, como no soy ningún gil, puse primera y se corrió porque sabía que si no me dejaba pasar “era”. Fuiste, gordo; gané yo y pasé. Y cuando pasé, sentí el mismo odio que de pronto siente D’Elía pero odio hacia todos, hacia la insensatez de este pueblo con tanta estrechez. No sé si ustedes se dan cuenta del odio que hay en este hoyo. El taxista me decía: “Es la caldera del diablo”. Y sí, pienso yo. Es Payton Place. Mientras debatíamos, pasajero y tachero, todo se me aclaró en un esplín: a esto no lo arregla ni Daisy May Queen. Feinmann trabaja de agitador y Hadad no duerme tranquilo si un cartel de “alerta” en el vestidor. A ellos les encanta sembrar el terror.

Perdón si esta vez el que siembra el terror soy yo… Me eligieron para escribir en la sección Sociedad, y te puedo asegurar que observo a la sociedad en un estado de peligro inminente. Chorros que son policías, que roban sin piedad. Doñas Rosas que agarran fuerte de la mano a sus nietos por miedo a que los secuestren. Precios que suben sin parar. Gendarmes arrepentidos que cortan rutas sin voluntad. Campesinos endiablados que de golpe cosecharon el mal. Transeúntes desesperanzados que caminan sin pensar.

El caos, la crisis, la falta de gollete, de sentido, el exceso de orgullo, de vanidad y de altanería han producido la gran guerra interargentina. Agarrate Catalina, que estamos galopando hacia un fracaso que no sale fácil del ocaso. Ni Duhalde tendrá el balde para apagar este incendio. Lo único que escucho del mozo, del barman, de la mucama, del yuppie, del actor, del tachero y de vos es: “Qué feo que está todo. Esta vez va en serio. Está todo feo…”.

“Hola, Fer”, me dice mi amigo Cullel. Levanto la vista y paro de escribir la columna. “¿Sobre qué escribís?”, me pregunta. “Sobre la situación del país”, le contesto. Pero es al pedo. Cristina debe estar en Olivos, divina, mirando Sex and the City…”. Agarrate, allá vamos.





Fernando Peña
Diario Crítica
Año 2008




Gracias genio... te extraño desde mis oídos, hasta el alma.

miércoles, 10 de agosto de 2011

Patología del Eros


El frío de los pies, las ideas que no corren, la sequedad de los labios, el invierno húmedo de cuatro paredes y el silencio, sórdido e irremediable... son síntomas que desembocan en una sola reflexión: ya es demasiado tarde.
Aquel insolente y dúctil sujeto se volvió irreemplazable.

Cuando al extender los brazos en cruz, expeliendo energía desde el núcleo del ser hasta las diez uñas, pasando por cada vello de ambas extremidades uno se encuentra en un estado desolador y extrema desprotección, comience a preocuparse. El único auxilio o cobijo se esconderá detrás de ese mismo sujeto de carne y hueso que  hoy comenzó peligrosamente a endiosar.

Si a cada pulgada que usted corre su envergadura en ancho o alto, recrea una nueva relación entre el sujeto y el medio, haciendo conexiones del tipo supra-idiotas, entrelazando hechos insólitos o de nula importancia, su mente está comenzando a infectarse.

En caso de expulsar una interjección que no cabe a lugar, entre jocosa y melosa o emitir un suspiro leve pero sustancioso, procure estar atento, tras ese aliento puede escurrirse un extracto evaporado de su propia alma.

Y por último, si al enfrentarse con el problema que lo afecta, le carraspea la voz, se le turba la mirada y se le hace insostenible el quedarse firme por el hormigueo en la boca del estómago, tenga suma cautela con lo que vaya a declarar... el remedio puede ser la enfermedad.




sábado, 6 de agosto de 2011

Charlas con la abuela VI

- Abu, me chupa un huevo...
(Instintivamente, responde:)
- ¡Pero hija! ¡No se puede andar chupando huevos por la vida todo el tiempo!, ¡Te vas a intoxicar!

lunes, 1 de agosto de 2011

Charlas con la abuela V: Caras de libros gossip.

- ¿Y cómo te diste cuenta de eso?
- Por el facebook.
- ¡Es un chusma el feibun ese, eh! Te descubre lo habido y por haber...