sábado, 31 de marzo de 2012

Historias del Trayecto XXVI: Yo, tú, él

Niceto, capucha, pintura, gafas. Chau misterio. El pincel dio las coordenadas. Me moría por identificarlo, valga la redundacia, por darle alguna identidad. Esa que conceptualmente nunca se perdió; aquella impronta heredera, de la era de la crisis, las cacerolas y la  furia...
Lo miré fijo tratando de empaparme los ojos y la memoria; se extrañó de mis preguntas, me extrañaron sus respuestas. "No conozco a Oscar", dijo, sonriendo.
Me cayó bastante bien, le ofrecí unos datos, me dio otros. Su nombre me cayó mejor . Intercambiamos oficios y guiños; para mi sorpresa no eran tan diferentes... Me fui taconeando con cierto porcentaje de algarabía; me gustó suponer que necesitaba anexarse a su predecesor, y le di una mano. Naistumitchu. 


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