domingo, 13 de noviembre de 2011

Abismo en estado físico

Cuando la angustia es tan grande, y el flagelo es inmenso, las lágrimas no salen. 
Para doler, doler en el pecho, hondo, oscuro, vacío, húmedo, inhóspito. 
Absorto ante la catástrofe de la sequía de sueños, el cuerpo cae, sórdido, corrompido hasta los huesos. 
La mente con ideas sulfatadas, las moscas y los cuervos, la muerte del ser.
Las uñas mordidas, los pies cansados, las rodillas vencidas, el peso en la espalda.
Y las lágrimas resistiéndose. Porque el filo fue curioso, y escarbó hasta los gritos.
Y ese harapo de piel y de huesos se arrastra, añorando, engañando a sus ojos secos, prometiéndoles ver la luz.

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