De ser sincera, nunca le había dado pelota a esas y otras prestaciones con gusto a siglo XXI. En la pantalla, repentinamente apareció un tal Ilógico, que "quería compartir conmigo un archivo".
Y se fue la primera. Me pareció gracioso, porque no tenía la más mínima idea de quién podía ser tal personaje. Arrancó con un tema de Radiohead. Le siguieron La hija del fletero, Spaghetti del Rock, y un track sin denominar, que no logré identificar. Más temas aceptaba, más sentía que estaba jugando al Clue.
Había cinco sospechosos, descartadas las mujeres, no porque el apodo era de distinto género, sino porque no había féminas con auriculares, o celulares en mano. Las canciones seguían su curso, y uno de ellos se bajó tres estaciones antes que yo.
Por ende, quedaron cuatro. Uno tenía el aspecto de una drakqueen sin maquillar, me sonó a Ilógico, pero mi hipótesis era más que básica. En cuanto miré a mi alrededor, vi a un pibe más chico que cursaba en el mismo colegio que yo. Me pareció más suspicaz. A los otros dos me costaba observarlos porque se tapaban con el respaldo del asiento siguiente.
Llegamos a destino. El tren se detuvo en el momento exacto en el que la quinta y última canción se terminó de cargar. Nos bajamos todos en la misma estación, las puertas se abrieron, y al pisar el andén, en la pantalla leí Contigo. Me parece que no me voy a enterar quién quiso cambiar de repetorio...
Nota al pie: *1: ¡Qué hermosa palabra!
Gran, gran, GRAN manera de encarar en el tren. ¿Quién dijo que la tecnología no sirve para nada?
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