Me cuesta el día a día y el paso del transeúnte taciturno y amargado. Resignada, porque hasta el oxígeno me sale un billete de cualquier color.
Más Violeta que nunca camuflo entre la masa húmeda y urgente; un tren pasa y enfrenta al que viene en dirección contraria. El silbato, los gritos, los avisos. Mi inevitable parálisis.
Camino pesada y cabizbaja, esbozo algún tipo de conversación triste, hablamos del ciclo de la vida, y la temática se me pega en la espalda como aquel tren que pasó. Y de hablar de la niñez a la muerte, cruzar la calle, y de sortear a los autos la esquina, y de la pesadumbre y el fluo del chaleco, una abuelita golpeada en el cordón. Estimo que llegó mi colmo; terrible nudo en la garganta. Y al compás de un "le habrán afanado" sigo... sabiendo, la porquería que el mundo fue, es, y será. Ya lo sabemos.
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