martes, 10 de julio de 2012

CurioNOdá.


Se  me llenó la semana de monstruos indomables. El sueño me dio la espalda, la cabeza me dio vueltas, la conciencia se me hizo a un lado. Creo que la peor criatura vive dentro de mí, se me metió por los ojos... la curiosidad es mi ética y mi falta. Mi impaciencia y mis reglas. Mi estilo de vida. La estupidez en mí, humana. El motor de mi vida, previo al refugio en el que los mortales buscan la trascendencia y la inmortalidad. Todo eso previo al amor. 

miércoles, 4 de julio de 2012

Historias del Trayecto XXIX: Podrías chocar

Sin zapatos de repuesto y con la madrugada a cuestas salí de la pista y me tomé un taxi. Por alguna extraña razón que me excede, decidí bajarme a esperar el colectivo. Le pagué al ladrón de taxímetro blanco con las manos enredadas, un chicle traidor me había tejido una telaraña al sacármelo de la boca con los dedos.
Por Mitre, en dirección al norte, solo pasaba Velez Sarsfield. Por el sur pasaba él. Pasó mi scanner, también, claro. Pasaron los minutos, y el frío no pasaba. Los sentidos atentos al asiento congelado, la percusión de sus monedas y el paso de los autos, sus all stars negras, el Jean, la campera de cuero y los ojos verdes, prestando una nerviosa atención.
El problema que me causó fue un dominó de sentimientos, como si cada uno fuera una ficha, y concatenados cayeron, rápidos, inestables, uno detrás del otro. De la tranquilidad de su presencia en la espera, al humor por "haberse asustado al verme", a la curiosidad por haberlo escaneado, le siguió la sorpresa, un tembleque que mucho no tenía que ver con la baja temperatura, y el impertinente calor.
Calamareando aquella Honestidad Brutal, me dijo "Te merecés saber la verdad. Yo no estoy esperando el colectivo", y me  detuvo el corazón por primera vez; "Pasé con el auto, me morí, y supe que tenía que volver. Dí la vuelta manzana, estacioné en la esquina, y me vine hasta acá caminando... ¿o acaso me hubieras dado pelota si te hubiera bajado la ventanilla para hablar?... Jamás me hubieras dirigido la palabra" dijo, cabizbajo. 10% sorpresa, 90% entumecimiento femenino. 

Me corrían por la cabeza mil películas, doscientas contestaciones y un par de ratones... me gustaba un poco más. Opté por filtrar la información, y usé como manual de instrucciones a las técnicas de mi jefe: Entre el índice y el del medio, mi tarjeta personal y una voz imperativa: "No me llames -Le dije-, Te la doy porque me caíste muy bien. Me podés agregar al Facebook." Y así, como quien otorga un permiso, vi como nos sobraba asiento en el refugio. Amuchada y esquivando sus cálculos, era imposible callarlo "Podrías chocar" le advertí, tras la metáfora de que "se tenía que poner el cinturón". Culpó a mi boca de asesinato (por adelantado), y seguimos charlando un rato hasta explotar coincidencias; éramos vecinísimos, y fulanos a kilómetros de ahí. Aquel sujeto era músico profesional y chamullero amateur: "Somos artistas, venís de bailar, yo vengo de tocar, soy músico sesionista, batero". Comprobé que el Scanner anda perfecto... 
Entregada a la noción de la posibilidad de tratar con un psicópata, algo demasiado bueno en el brillo de sus ojos, o algo muy idiota dentro mío -ambas posibilidades ampliamente probables y preexistentes- opté por creer que era incapaz de hacerme daño. A la vez número 15, tras meritosos intentos, una pizca de caballerosidad, 10 kgs. menos de gataflorismo y 38° de temperatura, caminamos esa interminable media cuadra y cedí. Pertinente pero idiota, le pedí DNI y me dio la Cédula, le temblaban un poco las manos... No sabía cómo hacerlo, pero pudo fumar cuando le dí el paquete de Marlboro que estaba empollando en el asiento del acompañante. 
De Mitre a la Estación de Munro lo miré de reojo... para Alcorta ya me había comprado, y es que dio en la tecla al hablarme tan apasionadamente de lo que hace. Creo que esas cosas definen a las personas tal cual son. Para esta altura -Y mucho antes- Sabía que esta era una Historia del Trayecto. 

Dimos vueltas con las ruedas primero y con la lengua después. Aún no se si fue más astuto que torpe, o si tuvo suerte. La historia fue que llegué a mi casa temblando, no lo podía creer. "Me voy a tomar un atrevimiento", advirtió tardísimo. Nos percutió el corazón por un rato...
La suerte estaba echada. Tras el entusiasmo que él tenía, aposté su solicitud de amistad instantánea. 72 horas después me dieron la pérdida. Hubo un ring, una llamada perdida y un número desconocido. Pude atender en la segunda vuelta, un día más tarde. Lo hubiera preferido como una leyenda histérica, o como un tonto que perdió mi tarjeta. Era mejor conformarse con un patético y determinista "todo por algo es". En 5:05 minutos, tras una llamada en espera, confesó que no estaba solo. En otro momento hubiera arremetido con todo, pero hoy no. Confundí el brillo de la mirada de la omnipotencia con el de la ilusión. Después de todo, jugando a la "raspadita" siempre te sale seguí participando...

martes, 3 de julio de 2012

Patchwork


Te recuerdo con rabia, con un odio apócrifo envuelto en tu edredón... en cada parche aún, debe haber todo menos dieta de líquidos nuestros. Me muero de frío pero me abrigo con el verano...
En cada poro de un zoom in de tu foto hay agua salada de dos lagrimales enfurecidos que no quieren ser míos. 
Es que me diste mucho,  y me sacaste más que todo. Nunca fui buena para hacer las cuentas... pero no se cómo hacer para que me las pagues.